Uno de los muchos errores que cometí en estos últimos meses fue el borrarme
Twitter. Lo hice por una razón muy sencilla, que era la de dejar de leer a esa persona que, por suerte o por desgracia, me gustaba (y sigue gustando) tanto. Para resumir a duras penas lo de los meses anteriores, digamos que lo que iba camino de ser algo que prometía, se fue a la mierda. ¿Las razones? Creo que a día de hoy no las sé del todo. Quedan muchas cosas confusas en mi mente y corazón, y que creo que él debería aclararlas.
Leer como esas palabras que me dedicaba semanas antes ahora iban dirigidas a otra persona, ver como ya no había posibilidad alguna de cambiar las cosas a mejor, de que todo se fue a la mierda y él ve en otra persona lo que en mi obviamente no hay.
¿Qué hacer ante esa situación? Intenté de primeras ser su amiga, haciendo comentarios chistosos de vez en cuando o querer quedar, pero no sé por qué sólo obtenía respuestas que, a mi parecer, eran propias de un verdadero capullo. Sinceramente, no me parece un capullo, y conmigo nunca lo fue (aunque a veces lo dude), y no sé si esas contestaciones se debían a un tipo de imagen que por una red como Twitter quería mantener. Ni zorra idea.
Tras casi tres meses sin saber nada de él, arrepintiéndome día a día de lo que había hecho, dando ahora sí por perdida toda amistad posible con él, me siguió. Él. La felicidad que me embargó en ese momento fue inmensa, indescriptible. Veía una luz donde antes era todo oscuridad. Creía que las cosas podrían mejorar, y que todo volvería a ser como antes -bueno, no exactamente como antes...-.
Pero sinceramente, a día de hoy, no sé por qué me has vuelto a seguir. Yo estaba empezando a olvidarte, no tenía noticias tuyas y tú tampoco mostrabas interés alguno es saber cómo estaba yo (o al menos a mi no me consta así). Y ahora no sólo no te he olvidado, sino que tengo que seguir leyendo cómo tus sentimientos van dirigidos a otra persona que no soy yo. ¿Qué quieres? Ya sabes lo que siento por ti, sabes que me corroe por dentro la idea de que pasases de mi de esa manera, de que quieras a otra persona que no soy yo, de que yo sea una puta pringada que a pesar de todo siga ahí para cuando tú lo necesites.
No te entiendo, no sé qué pretendes, no sé NADA. Y me desespera el no saber. Pero más me desespera el saber de ti. El saber de que nada volverá a ser como antes y de que hay otra que ocupa tu corazón (si es que yo llegué a ocuparlo algún día).